Entre este post y el próximo sobre el Caribe colombiano, deseo hacer un total de siete propuestas que espero ayuden a mejorar lo presente, que es bien bonito, de ello no cabe duda...
1) PLANIFICAR EL TERRITORIO
1) PLANIFICAR EL TERRITORIO
en un territorio determinado
conviven (o pueden convivir) diversas actividades, es decir, diferentes usos
que se hacen del mismo. Esto sucede la mayor parte de las veces, en las que,
por ejemplo, en una ciudad conviven industria y turismo. A veces esta convivencia
es más armónica, a veces menos, en ocasiones hablamos de una franca competencia
entre actividades que se disputan un mismo territorio. Lo ideal es hacer el
propio territorio compatible a cuantos más usos mejor, sin embargo hay usos que
muestran un grado de compatibilidad muy bajo o simplemente se repelen. En estos
casos hay que decidir qué uso es prioritario, a través de un consenso general
entre los actores concernidos, los poderes públicos y la población en
general.
De todo lo dicho anteriormente se
ocupa la 'planificación territorial', que es un instrumento útil siempre que
esta planificación sea consensuada, coherente y se aplique. Pero a fin de
cuentas es absolutamente necesario que definamos entre todos qué queremos hacer
con nuestro territorio, ya que veces no se podrán dar conjuntamente ciertas
actividades. Y muchas veces la geografía es aquí determinante ya que da una
configuración del espacio físico en el que pueden ser compatibles o no
diferentes actividades.
Todo este largo sermón viene a
cuenta de la necesidad obvia de una planificación y organización del territorio
que no siempre se hallan en el Caribe colombiano -o no siempre se entiende cómo
está planificado un territorio-. En el caso de Cartagena, por ejemplo, la
geografía hace que la ancha bahía sea capaz de acoger zonas de un fuerte uso
turístico (Bocagrande) y combinarlas con otras de uso esencialmente industrial
(Mamonal) sin que ambas actividades se entrecrucen.
Diferente es el caso de Santa Marta:
la "bahía más linda de América" tiene las dimensiones que tiene y por
lo tanto la reciente ampliación del puerto de carga y la construcción de un
puerto deportivo han dañado gran parte del encanto urbano samario y han
disgustado a muchos ciudadanos, quienes han visto desfigurado el paisaje urbano
de su entorno: ¡Santa Marta ya casi no tiene bahía!
¿Ampliar un puerto de carga se hace
a costa de qué? Del turismo en este caso. Y los números cantan, ya que en la
temporada pasada han llegado a Cartagena más de 190 cruceros, por sólo 2 en
Santa Marta. Los cruceristas no quieren ver barcazas llenas de contenedores,
esto está claro. Se impone (o se hubiera impuesto en su día) una reflexión del
tipo "mantequilla o cañones" para comprobar la compatibilidad
ecoambiental del puerto (y, huega decirlo, de la industria del carbón) con el
turismo.
Si a un lado de la bahía se ha
ampliado el puerto de carga, por el otro lado se ha construido un puerto
deportivo. ¿Puertos deportivos y progreso? Un puerto deportivo suele ser
siempre un problema ambiental, en el caso que nos ocupa es además un problema
visual. No hay estudios claros sobre el supuestamente gran impacto económico de
un puerto deportivo, pero sí sobre los impactos ambientales, que se lo
pregunten a los municipios costeros catalanes que, año tras año, deben aportar
arena a las playas ya que los puertos deportivos construidos a lo largo del litoral impiden el libre aporte de arena por
parte del mismo mar ¿Quién paga la factura de los camiones de arena? Y en lo
que respecta al puerto deportivo de Santa Marta, mis amigos me han confirmado
que presenta todo el año una ocupación bajísima. ¿Es rentable este espacio?
Sería un gusto poder ver tanto los estudios ambientales y económicos que
precedieron a la construcción de esta barbaridad en medio de la bahía samaria.
Sería también un placer poder ver la cuenta de resultados y los niveles de
ocupación.
En definitiva, no se puede tener
todo y a veces hay que decidir si uno quiere carne o pescado, o bien si produce
mantequilla o cañones. Sólo que tales decisiones, de importancia capital para
toda la ciudadanía, se deben de tomar en un amplio consenso político y social,
y de forma transparente y acordada.
2) ORGANIZAR LOS ESPACIOS
Si el territorio en general debe de
estar organizado, los espacios concretos, a menor escala, deben de estar
igualmente arregladitos. ¿Por qué gusta tanto la playa del Rodadero en Santa
Marta? Aun siendo una playa relativamente estándar, tiene un éxito contrastado
(el Rodadero se parece a Lloret de Mar o Benidorm pero algo más pequeño, para
entendernos). Yo creo que dicho éxito se debe en buena parte a que el Rodadero
es una de las playas mejor organizadas de Colombia. A la línea de agua sigue
una playa muy larga y de unos 30 metros de ancho, en donde no hay chiringuitos,
y en donde la presión de los vendedores es relativamente moderada. Tras un muro
bajo de separación, en un espacio de unos 20 metros de ancho están bares,
estaderos, carritos y demás. Finalmente está la calle principal y al otro lado
empiezan los edificios. Es decir, se trata de un paseo marítimo bien diseñado y
los espacios de cada uno de los actores presentes se respetan. Esta
organización y este control existentes propenden por un espacio compartido
civilizadamente y hacen que la estancia en el Rodadero sea bien agradable.
Pongo el Rodadero en franco
contraste con Playa Blanca, en la península de Barú (no sé quién se inventaría
el término de Isla Barú ya que Barú está bien pegadita a tierra firme y por
tanto configura una península y no una isla). En Playa Blanca es mínimo
el espacio de playa propiamente dicho, con los estaderos casi encima del agua.
Lo bueno es que existe espacio detrás: se podrían mover perfectamente 20 o 30
metros dichos estaderos hacia atrás para dejar al descubierto un ancho de playa
correcto con lo cual el espacio ganaría en calidad y no daría la impresión de
colapso de bañistas que se tiene sobre todo en temporada alta. Y lo mismo vale
para Playa Grande, en Taganga: si los estaderos se movieran para atrás, y hay
espacio para ello, se ganaría en espacio de baño. Y que nos se preocupen los dueños
de los estaderos: cuando los clientes potenciales tengan hambre o sed ya
caminarán los pocos metros de más para comprar comida y bebida.
El motivo primario de un bañista, no
nos engañemos, es la playa y el baño y no los servicios adyacentes. Es por ello
que playas a veces desprovistas de todo tipo de servicios tienen un atractivo
enorme para el turista. Y no hace falta ir lejos para hallar este tipo de
playas: el caso de la playa de Ciénaga es un ejemplo de playa
"sencilla" y que sin tener una gran espectacularidad aporta una buena
experiencia de encuentro entre turista y mar. Y lo más interesante es que ello
se consigue sin ofrecer en la playa servicio alguno.
En las playas en las que se varan
embarcaciones (como es el caso de la playa de Taganga) una clara delimitación
de zonas es asimismo necesaria para garantizar suficiente espacio tanto para
bañistas como para barcas. Y cuando sera necesario, habrá que hacer aportes de
arena de modo artificial para asegurar la calidad de las playas (caso también de
las playas tagangas, a las que algo más de arena no les sentaría mal.)
3) FORMAR AL PERSONAL
Una vez tenemos el territorio
definido y los espacios organizados, el siguiente paso toca obviamente al
personal. Como especialista en gestión de restauración, me disgusta enormemente
el poco reconocimiento económico y social de la profesión de camarero en
Colombia (allí llamada "mesero"). Los meseros constituyen un eslabón
esencial de la cadena de valor de la restauración pues tienen amplio contacto
con lo más importante de la empresa: los clientes. Y un cliente no se deja en
manos de cualquiera. Es por ello que urge dignificar y la profesión de mesero
en Colombia formando al personal y reconociendo su trabajo.
En este sentido, la formación de
tipo profesional impartida por los establecimientos adheridos a la Alianza
Turística del Caribe es de vital importancia. Puede que este proyecto no haya
cumplido todas las expectativas con que nació, pero su origen y base son
perfectamente válidas hoy. Por lo tanto, habrá que revisar esta formación,
darle los contenidos necesarios y relanzarla.
Un talón de aquiles del sistema
parecen ser los vendedores ambulantes de las playas. Muchos turistas se quejan
de su insistencia y agresividad comercial. El problema es de un calado profundo
ya que tiene sus raíces en la pobreza y las desigualdades sociales. Pero bien
organizados y formados, los vendedores pueden ser excelentes prestadores de
servicios. El comercio no-sedentario es tan honesto y tiene su lugar tanto como
el sedentario. Es por esto que cualquier iniciativa que se haga para mejorar la
organización y formación de los vendedores es bien venida.
Es por esto que las alcaldías
juntamente con las comunidades (de donde muchos vendedores proceden) deben
velar por una buena organización, en donde el vendedor sea percibido como un
valor añadido y no como un estorbo.
No hay que olvidar que los
vendedores constituyen también un punto de encuentro privilegiado entre el
turista y el mundo local. Estando yo sentado en Playa Blanca, en Barú, presencié el
interesante encuentro entre una turista argentina y unos vendedores
provenientes de las comunidades locales, un encuentro el el que hubo un
intercambio humano importante, que precedió al intercambio comercial. Yo estaba
al lado, cerrado, bloqueado e inmune a cualquier invitación a la comunicación
justamente para librarme de ser víctima de las artes comerciales de los
vendedores. Pero estoy seguro que la turista argentina tuvo un encuentro la mar
de interesante.
Tengo que destacar como colofón de
esta sección el proyecto entre la Universidad Tadeo Caribe, de Cartagena, y las
comunidades locales de las Islas del Rosario para captar opiniones de éstas en torno
a diferentes temas de economía y turismo que les conciernen. Una mayor
concientización, capacitación y codecisión que deben ayudar a implicar a las
comunidades locales en el fenómeno turístico. Ello es un primer paso hacia una
mayor formación y sostenibilidad en la zona de Cartagena. Animo a los
promotores de tal proyecto a llevarlo a cabo hasta el final y con el mayor de
los éxitos.
Me he alargado un montón, así que
mis disculpas por tanto rollo y ya acabaré otro día la segunda parte de las
propuestas.