Hace unas semanas leí este interesante post del prof. Donaire sobre el Fast Look. En este post, dicho investigador del turismo despotrica de lo que él llama el "fast look", la tendencia a "acumular" países y monumentso pero vistos con rapidez y sin ir a fondo. En su post se lee toda suerte de similaridades entre el "fast look" y el "fast food". Concluye el post dando unas cuantas recomendaciones para un turismo más desacelerado y que sepa llegar al fondo de las cosas.
Me apunto a la tendencia digamos "Slow Tour" del prof. Donaire, y lo hago despotricando del programa más "Fast Look" de la historia de la televisión, que no es otro que Callejeros Viajeros. Este programa, que dura ya demasiado tiempo, incita directamente al "consumo" de lugares, todos ellos parecidos, y a un ritmo frenético (planos cambiantes a cada segundo, picados de cámara, zooms de infarto...).
Especialmente recomendables son los programas de Callejeros dedicados al turismo de costa, que convierten en real pesadilla lo que desde el mundo académico se advierte: los destinos costeros se están pareciendo cada día más entre ellos y por tanto se comoditizan. Indefectiblemente, en los programas dedicados al turismo de playa están presentes la juerga, el alcohol y la música a todo volumen. Indefectiblemente veremos las casas y habitaciones de más categoría (algo que nunca verán los espectadores de Callejeros que viajen a un destino determinado) y, bien separaditos de éstas, vemos los lugares en los que se agolpa el turismo fordista del s. XXI.
De todos los males que Callejeros ha propagado entre un segmento determinado de la población, bien dispuesta a combinar playa, alcohol, fiesta y sexo como en el programa, está el de la cero-inculturación. Me explico. El programa, sea ya en Aruba o en Santorini, se las ingenia para encontrar personas (visitantes o trabajadores del turismo) que hablan español. Así, la imagen que se crea es que el castellano se habla en cualquier rincón del mundo, algo que es verdad pero sólo hasta cierto punto. Me imagino pues a algún espectador del programa llegando a la Costa Dálmata o a la Polinesia Francesa y viendo, para su sorpresa, que nadie habla castellano sino que tiene que hacerse entender en "tourist English"... en fin, un programa para el turismo neo-fordista que nadie necesita en estos tiempos y que hace clamar justamente por el "Slow Tour".
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