dilluns, 25 d’agost del 2014

Mejorando la marca ciudad

Interesante artículo en el suplemento "Dinero" del pasado mes de julio sobre cómo mejorar la marca urbana de BCN: repetidamente se avisa de no caer en la autocomplacencia. De todos modos, como profesional de turismo, impresiona ver cómo amplios sectores de la economía miran con recelo a nuestro sector. Hemos pasado, en menos de un cuarto de siglo, de ser una ciudad casi de provincias a una de las metróplis mundiales más "trendy" y deseadas. Y es mi humilde opinión que en esto el turismo ha tenido un gran papel, sirviendo de arrastre a otros seectooores y propendiendo por una impecable imagen exterior. Ya nos gustaría aquí en Barranquilla tener una fraccional de los turistas que visitan Barcelona, y es por eso que debates como el citado son imposibles de tener a orillas del Caribe: a inicios del ciclo de vida turístico, deseamos visitantes antes que nada, sólo que tampoco a cualquier precio. Habrá que trabajar por una sostenibilidad y socialización de los beneficios turísticos para que no se perciba en unos años el leve hartazgo turístico de Barcelona, o todavía peor, la franca hostilidad de Londres hacia sus visitantes en aquel graffiti que hae años decía: "Do something for London: kill a tourist".

Aquí está el reporte del debate sobre el modelo de Barcelona

Viene todo esto a cuento también de la discusión sobre si Bcn anda saturada o no. El tema de los apartamentos turísticos (algunos de ellos ilegales, y los legales acogiendo a turistas de borrachera) ha encendido el ánimo de algunos vecinos estos últimos días en el barrio de la Barceloneta. Y así no es de extrañar que en la prensa aparezcan debates como este en el que se cuestiona la capacidad de carga de la ciudad y se pregunta si la ciudad no puede propender por un turismo de más calidad. ¿Habremos llegado poco a poco a nuestros límites?

diumenge, 3 d’agost del 2014

Catando vinos en Colombia

Hace como tres semanas asistí a mi primera cata de vinos aquí en Colombia. La empresa importadora Dislicores organizó una impecable velada en su sede barranquillera. Fuimos guiados en la cata por el enólogo de la empresa, Antonio Giraldo, un bogotano que es una enciclopedia andante de vinos y espirituosos. Bien curioso que alguien con acento cachaco lleve una cata, -caramba con la globalización- porque Colombia es un país que no produce vino ni tiene tradición vinícola alguna (consumo per cápita anual: 1,1 L, que en un 80% procede de Argentina y Chile, pero creciendo tanto el consumo como diversificándose las importaciones de otros países) pero bueno, he aquí que conozco ya a uno de los dos únicos enólogos colombianos que existen.

La "soirée" fue muy convivial y bien organizada, como ya he dicho. Se cató un blanco, un rosado y un tinto. El rosado era un buen malbec argentino, el blanco (atención) era un chardonnay de Enate y el tinto era (atención otra vez) un rioja de Bodegas Franco-Españolas. La enología y la globalización se dan la mano, y he aquí que llego a Colombia a catar unos vinos hechos a pocos centenares de kilómetros de mi casa... qué mundo tan pequeño, por Dios.

Lo que no es tan pequeño acá son los precios de los vinos, un vino chileno o argentino vale unos 20.000 pesos (8 Eur aprox.) y esto ya es el precio más bajo: si se busca algo un poco mejor te vas tranquilamente a al rango de 15 a 20 Eur... por los mismos vinos que en Europa valen la mitad. En fin, esperemos que algún día de estos bajen los impuestos y podamos descorchar una botellita con más frecuencia...