diumenge, 3 d’agost del 2014

Catando vinos en Colombia

Hace como tres semanas asistí a mi primera cata de vinos aquí en Colombia. La empresa importadora Dislicores organizó una impecable velada en su sede barranquillera. Fuimos guiados en la cata por el enólogo de la empresa, Antonio Giraldo, un bogotano que es una enciclopedia andante de vinos y espirituosos. Bien curioso que alguien con acento cachaco lleve una cata, -caramba con la globalización- porque Colombia es un país que no produce vino ni tiene tradición vinícola alguna (consumo per cápita anual: 1,1 L, que en un 80% procede de Argentina y Chile, pero creciendo tanto el consumo como diversificándose las importaciones de otros países) pero bueno, he aquí que conozco ya a uno de los dos únicos enólogos colombianos que existen.

La "soirée" fue muy convivial y bien organizada, como ya he dicho. Se cató un blanco, un rosado y un tinto. El rosado era un buen malbec argentino, el blanco (atención) era un chardonnay de Enate y el tinto era (atención otra vez) un rioja de Bodegas Franco-Españolas. La enología y la globalización se dan la mano, y he aquí que llego a Colombia a catar unos vinos hechos a pocos centenares de kilómetros de mi casa... qué mundo tan pequeño, por Dios.

Lo que no es tan pequeño acá son los precios de los vinos, un vino chileno o argentino vale unos 20.000 pesos (8 Eur aprox.) y esto ya es el precio más bajo: si se busca algo un poco mejor te vas tranquilamente a al rango de 15 a 20 Eur... por los mismos vinos que en Europa valen la mitad. En fin, esperemos que algún día de estos bajen los impuestos y podamos descorchar una botellita con más frecuencia...