diumenge, 9 de febrer del 2014

Gentrificación en la Barceloneta y en Getsemaní

Bueno, ya que hace días que no bloqueo hoy ración doble... un segundo post para resaltar algo más bien negativo: los procesos de gentrificación que se están dando en los barrios de la Barceloneta (Barcelona) y Getsemaní (Cartagena de Indias). Ambos son incipientes pero amenzan con ir a más. HAce tres semanas, La Vanguardia publicaba un reportaje sobre el tema en el barrio más pesquero y marinero de la ciudad de Barcelona: sale más a cuenta alquilar los pisos a turistas que vivir en ellos. Con la consecuencia de que los negocios de toda la vida se transforman en tiendas de alquiler de biciletas o de tablas de surf. 

En el lindo y popular barrio cartagenero de Gersemaní, la gente anda sublevada y se une bajo el lema "Getsemaní no se vende". Reuniones de vecinos, empoderamiento de las clases populares o alternativas económicas son las que propone un consolidado movimiento vecinal allí. 

La gentrificación es un proceso de doble filo ya que presenta sus oportunidades al lado de sus amenazas, se trata pues de administrar bien dicho proceso desde el sector público. De interés me parece una opinión dada hace unas semanas por el columnista catalán Ramon Aymerich, en donde éste argumentaba que uno de los encantso de Barcelona es la cantidad de clase media, gente normal, que el turista halla en prácticamente cada rincón de la ciudad. Ello anuncia por un lado una gran cohesión social y por el otro es un atractivo innegable para el foráneo: poderse codear con residentes locales. Ahora resulta que, tras mostrar tantos monumentos y tiendas y eventos al forastero, resulta que los barceloneses, mis amigos, los desconocidos que veo en el metro, la señora que compra en el mercado o la madre que va a la escuela acompañando a sus hijos, todo este personal, y mucho más.... es un atractivo turístico. Caramba, a partir de ahora saldremos de casa mejor peinados...

Esta progresión, que se podría titular "de los monumentos a la gente", tiene su correlato en la televisión catalana TV3. En efecto, hace 30 años, en los inicios de TV3, el programa "Pobles de Catalunya" mostraba los encantos de los pueblos y ciudades de nuestra geografía. Dichos encantos eran básicamente los monumentos o curiosidades dignas de verse en un determinado municipio. El programa, en donde no se veía a un solo residente, parecía a ratos rodado en pueblos-fantasma deshabitados. Todo lo contrario de lo que pasa en el actual programa "El foraster" en donde lo tangible pasa a un plano muy secundario y el gran argumento del programa son las personas de los pueblos, las singularidades de las mismas y cómo pequeñas historias y anécdotas las entrelazan.

Importante cambio de foco pues y que explicaría de paso cómo la gentrifiación mata a uno de los más preciados recursos turísticos de un lugar, esto es: sus residentes "de toda la vida". Éstos confieren al espacio un carácter único que invariablemente se pierde con la expulsión de estos residentes. Así que ya saben, con la gentrificación perdemos todos.