dissabte, 15 de febrer del 2014

Más sobre los residentes locales y el turismo


Los residentes son la clave para entender no pocos aspectos de un lugar y están indisolublemente asociados al mismo. Es por ello que, quien desee conocer a fondo un espacio determinado, no tiene más remedio que entrar en contacto con ellos de modo más o menos intenso. Esto lo han entendido hace tiempo algunos emprendedores que, en diversas ciudades europeas, ofrecen a los turistas convivir unos días con familias locales, en una relación win-win humana y económica para todos los implicados en este intercambio. En Barcelona la iniciativa es promovida por Barcelona Lab y, aunque se halla en sus inicios, ya promete.

Una prueba más de que lo local mola y vende: mi amigo Charles, americano afincado en Catalunya, tiene una agencia receptiva y pasea a compatriotas suyos por BCN y toda Cataluña. Indefectiblemente en el punto álgido de la temporada se queda sin suficientes acompañantes o guías y me pide que le eche una mano sólo en dos o tres contadas ocasiones al año. Siempre intento zafarme de tales tareas (aunque mayormente acepto porque Charles es un buen amigo) y en uno de is últimos intentos de escurrir el bulto le dije que me dejara de lado "porque mi inglés ya no es lo que era". Raudo responde él que de hecho esto es lo mejor de mí como guía o acompañante: sus clientes aprecian mi inglés americano con acento catalán, y les complace mucho más esto que tener a un guía americano nativo, por mucho que éste conozca Barcelona. Piensa Charles que, por el hecho de ser nativo yo, a pesar de mis defectillos en inglés, "you convey a local flair that others, being from America or the UK, obviously can't". Mira qué bien. a uno le sube por momentos la autoestima sabiéndose local y tan cotizado...

Curiosamente, el turista sabe perfectamente cuando es "turista" y cuando se confunde entre los locales. Hace unos años acompañé a un grupo de nortemericanos, debíamos de tomar el metro hasta la Sagrada Familia desde el centro de Barcelona pero por una huelga del transporte decidimos ir a pie. Pasamos por Pg. de Sant Joan esquina Aragó, era un soleado  domingo por la mañana de primavera, y mi grupo se quedó sorprendido de lo que vio: niños jugando a pelota, ancianos leyendo el periódico sentados en bancos, parejitas agarrados de las manos, una terraza de café con clientes desayunando.... de golpe, se sintieron "en medio de la gente normal de Barcelona" siendo espectadores, casi partícipes, de lo que hacemos aquí un domingo por la mañana. Fue para ellos un momento de autenticidad inolvidable, paramos un rato, tomaron las preceptivas fotos y seguimos. Cuando, siguiendo por la calle Mallorca, asomaban las torres de la Sagrada Familia uno de ellos comenta "well, here we are, back to business" muy consciente de que se había acabado su rato de "vivir como un residente" y volvía a asumir su rol de visitante. Interesante situación.

Barcelona es, en este sentido, polo opuesto a Bruselas en donde los conmuters diarios (se bromes con que de día la ciudad es mayoritariamente neerlandófona y de noche francófona)  y los residentes temporales, foráneos sin muchas ganas de integrarse a lo local, mayormente funcionarios de la UE o de la OTAN, se han conjurado para convertir el espacio en una urbe anónima y sin alma alguna. Cuando fui a hacer mis prácticas de gestión hotelera a esta ciudad, mi profesor de gestión de F&B me deseó lo mejor en una ciudad que para él es típico ejemplo de la no-ciudad. Resulta enormemente curioso residir en un sitio sabiendo que uno lleva "vidas paralelas" con una parte de sus coterráneos. 

En definitiva, cuidemos a los residentes que ellos son una parte sencial del atractivo de los lugares.