dimarts, 1 d’octubre del 2013

Competitividad turística europea

El mes pasado hicimos unas cortas vacaciones en Escocia y Londres (6 noches - 7 días) y escribo ahora esto para reflexionar un poco sobre nuestra (y mundialmente importante) industria turística, que, por cierto, guarda más similitudes con la exportación de lo que a simple vista parece... pero bueno, más sobre esto otro día. Hoy me centraré en precio/calidad un binomio esencial de la competitividad y que cada día parece más olvidado en el turismo.

Mi pareja y yo intentamos contener presupuesto viajando en low-cost, buscando hoteles a precio normal y comiendo en sitios también  'normalitos' sin permitirnos grandes lujos. Aun así, ya alcanzamos un presupuesto más que respetable.  ¡Ah! Y todo comprado por internet, aprovechando la maravillosa re/des/intermediación que la red ofrece. En realidad, para Gran Bretaña (y países del entorno) hay que contar, para dos personas, con unas 80 libras/noche para hotel, 50 para comida del día, 50 más para moverse y 20 si se visita un monumento. Lo cual da, sin compras, la respetable cantidad de 200 libras esterlinas/día. Multiplicado por la semana nos da 1400 esterlinas, unos 1600 euros. Viaje (aéreo) aparte.

Ante estos precios sólo puedo decir "WAW!!". Unas cuantas reflexiones surgen espotáneas:
  • El turismo en buen número de países de la Europa central y nórdica es terriblemente caro. Lo cual hace que los habitantes de estos países 'huyan' a otros países más baratos para pasar sus vacaciones, en una especie de deslocalización turística muy comprensible.
  • El turismo en estos países, más allá del fin de semana 'low-cost", es algo reservado a bolsillos medio-altos o altos europeos o bien a los "bolsillos emergentes" de las nuevas economías. No está nada mal, si pensamos que todo este turismo tiene un alto potencial de gasto. Pero fatal si pensamos que los europeos también tenemos el derecho (¿el deber?) de conocer nuestro propio continente sin incurrir en bancarrota. 
  • Esta pérdida de competitividad en turismo se nota especialmente en la ausencia (a veces flagrante) de servicio: piénsese en las compañías aéreas low-cost. Esta mañana el matrimonio de jubilados que viajaba junto a nosotros nos han dicho que nunca más volarían en low-cost "because here the service is crap". Y atención, que hemos podido ver el primer auto-check-in en un hotel 3 estrellas: quien quiera ver esta maravilla que se hospede en una noche en el Premier Inn del aeropuerto londinense de Stansted. ¿Nos espera un futuro sólo con máquinas y sin un solo humano que nos diga nada, cuando desde siempre se ha subrayado la importancia del factor humano en turismo?
  • ¿La alternativa a todo este panorama es el turismo de masas, en especial los packs de tour-operadores o los all-inclusive, que gracias a su poder de economía de escala son capaces de ofrecer precios insuperables? En el día de hoy, en que cuelgo este post, una semana en Canarias para dos personas cuesta 900 euros, es decir, menos de un 40% de nuestra semana en Gran Bretaña.
  • Ante todo esto se imponen, definitivamente, las alternativas más sostenibles o más ingeniosas que presenta el panorama turístico actual: intercambio de apartamentos, carsharing para viajes largos, turismo de proximidad, etc. 
  • Ciertamente, aunque Europa continúe perdiendo competitividad turística, seguirá siendo un destino apetecido por el mundo entero. Por esto debemos preguntarnos en serio qué turismo queremos y consensuar un modelo a largo plazo: no queremos la Rambla de Barcelona llena de hooligans ingleses borrachos pero tampoco de ricachos de las economías emergentes. Y ello por una razón simple: ambos hacen peligrar por igual nuestro paisaje humano, que es una de nuestras riquezas.
Conclusión provisional: Una mayor focalización en segmentos de demanda deberá ayudarnos a ofrecer diversos tipos de turismo a quien los busque. Y sobre todo no olvidar ser competitivos y ofrecer más y mejor servicio al turista. Es decir, faltan ingenio y alternativas.